Nací y viví la primera parte de mi vida en un país tropical donde no hay un cambio notable en las estaciones, prácticamente todo el año es verano. Por esta razón cuando me mudé al Norte me interesé en observar cuidadosamente las transformaciones por las que pasaba la naturaleza con el cambio de las estaciones. Aprendí que para que una planta florezca luego del invierno hay una serie de condiciones que se tienen que dar. La temperatura, la humedad y las condiciones del terreno son factores determinantes para que esa planta que ha estado dormida por tantos meses se despierte y produzca flor.
Al igual que las plantas, los seres humanos necesitamos de ciertas condiciones óptimas para alcanzar nuestro potencial y prosperar. En mis escritos de los pasados meses te he invitado a ir sentando las bases y a tomar pasos concretos en tu proceso de trasformación interna para fortalecer tu confianza en ti mismo. Generar estos cambios nos puede traer grandes recompensas pero también es importante reconocer que éste es un proceso que requiere de mucha energía, esfuerzo y dedicación. En mi escrito de hoy comparto contigo información que te puede ser de utilidad para aumentar tus reservas de energía tanto física como mental y así ayudarte a crear las condiciones para que puedas florecer.
Durante las pasadas dos décadas investigadores del campo de la psicología positiva se han dedicado a estudiar cuáles son las condiciones que le permiten a un ser humano activar los recursos internos, sean éstos pensamientos, creencias o emociones, que le permitan maximizar sus capacidades, prosperar y alcanzar su mayor potencial.
¿Cuáles son las condiciones necesarias que hacen posible que una persona pueda florecer? En su libro titulado "Florece", Martin Seligman, psicólogo, investigador y pionero del campo de la psicología positiva, presenta los resultados de años de investigación en los que concluye que es posible alcanzar mayores estados de bienestar físico, emocional y mental a través de la práctica consciente y consistente del optimismo. El optimismo es la tendencia a ver y juzgar las cosas considerando su aspecto más favorable. Seligman nos dice que la mayoría de nosotros pasamos demasiado tiempo pensando en los aspectos negativos de nuestra vida o en aquello que podría salir mal. Por otro lado, pasamos muy poco tiempo enfocándonos en los aspectos positivos o en aquello que ha salido bien. Esta tendencia tiene un impacto serio y significativo no sólo en nuestra vida emocional y en nuestros estados de ánimo, sino que también tiene un impacto nocivo para nuestra salud, como veremos más adelante.
Ahora bien, esto no significa que debemos obviar lo negativo a toda costa ya que en ocasiones es importante analizar en detalle cuando las cosas no han salido como esperábamos de manera que podamos aprender de nuestros errores y crear las condiciones para prevenirlos en el futuro. Sin embargo, muchos de nosotros pasamos mucho más tiempo de lo que es útil y beneficioso repasando obsesivamente aquello que ha salido mal.
Seligman nos explica que existen razones evolutivas por las que en un momento dado de nuestro desarrollo como especie se privilegiaron los mecanismos que nos llevan a enfocarnos en los eventos negativos. Esto nos permitió hacernos cada vez mejores y más diestros en dominar un medio ambiente en muchos casos hostil y así aumentar nuestras probabilidades de sobrevivencia. Sin embargo, en la actualidad muchos de nosotros ya no vivimos en estas condiciones, y lo que en un momento dado en nuestro desarrollo como especie fue una ventaja evolutiva, ahora no lo es. Nuestra tendencia a enfocarnos en lo negativo, inclusive en situaciones potencialmente negativas que ni siquiera han ocurrido y que solo existen en nuestra mente, nos lleva a experimentar altos niveles de estrés.
Muchos de nosotros tenemos agendas llenas, con más cosas por hacer de las que nos permiten las 24 horas que tiene el día. Tenemos múltiples responsabilidades en el trabajo, con nuestra pareja, con nuestros hijos, con la familia y con los amigos. Queremos alimentarnos bien, hacer ejercicios y cuidar de nuestra salud. Tenemos compromisos económicos que cumplir…la lista parece nunca acabar. Es precisamente en estas circunstancias de vida, en donde de por sí nuestros niveles de estrés son ya bastante altos que nuestra tendencia a enfocarnos en lo negativo puede llevar esos niveles de estrés a un grado letal.
Investigadores como el neuroendocrinólogo, Robert Sapolsky, han logrado demostrar que los altos niveles de estrés que experimentamos en nuestra sociedad contemporánea, en parte generados por la manera en que pensamos acerca de las cosas, no solamente están enfermándonos emocionalmente sino que literalmente están enfermando nuestro cuerpo. Existe evidencia científica contundente que muestra que el estrés crónico puede desembocar en enfermedades del corazón, del sistema digestivo y también tener efectos de inmunosupresión en nuestro cuerpo. Cuando escuchamos a alguien decir que “El estrés me está matando” a veces no nos damos cuenta que esta aseveración más allá de ser una manera de hablar puede llegar a ser literalmente una realidad.
Enfocarnos en lo negativo fue un mecanismo de sobrevivencia que nos sirvió grandemente en el pasado cuando el ser humano vivía en sociedades de cazadores-recolectores, en las cuales su vida corría constante peligro, fuera por la presencia de depredadores, por condiciones climatológicas extremas o por la falta de alimento. En nuestras nuevas circunstancias sociales esta tendencia a enfocarnos en lo negativo en muchas ocasiones nos hace más daño que bien. Si reconocemos que adaptarnos a esta nueva realidad social es esencial para nuestra sobrevivencia y bienestar, estaremos dando el primer paso en la creación de una nueva manera de ser y estar en el mundo.
Seligman señala que de la misma manera en que aprendimos a identificar efectivamente las fuentes de peligro hace miles de años, podemos aprender a practicar el optimismo y así transformar la calidad de nuestras vidas. Como parte de una de sus investigaciones, Seligman ideó el ejercicio de las 3 Ws o “
What-Went-Well Exercise” (Ejercicio de lo que salió bien).
Este ejercicio consiste en escribir tres cosas que salieron bien en tu día y por qué consideras que salieron bien. La idea es que cada noche antes de acostarte a dormir escribas en un cuaderno 3 cosas que fueron positivas para ti durante tu día. Pueden ser eventos simples y cotidianos como que esta mañana lograste levantarte temprano o que pudiste realizar tu nueva rutina de ejercicios. También pueden ser eventos extraordinarios e importantes como que tu jefe te dio un aumento de sueldo que no estabas esperando. Una vez que hayas escrito estos tres eventos o instancias, escribe al lado de cada una por qué crees que pasó ésto y qué significó eso para ti. Seligman encontró que las personas que hacen el ejercicio de las 3 Ws todas las noches por una semana mostraron una disminución marcada y significativa en sus síntomas de depresión así como un aumento marcado y significativo en el nivel de felicidad reportado. También encontró que el impacto positivo en los síntomas de depresión se mantenía tanto luego de 3 meses como de 6 meses después de la intervención. Crear las condiciones para que puedas florecer necesita del terreno fértil del optimismo.
Para concluir, los dejo con las palabras de Hellen Keller, escritora y activista política norteamericana, primera persona sordo-muda en completar un grado universitario y luchadora incansable de los derechos de las personas con impedimentos: “El optimismo es la fe que conduce al logro; nada puede realizarse sin esperanza”. En mi próximo artículo te compartiré algunas ideas acerca de las emociones positivas y cómo utilizarlas para fortalecer tu confianza en ti mismo.
By
Dra. Celeste Rivera
